Mapa de las fronteras de Libia
Aquí está el segundo artículo acerca de Libia. Explicaré la forma en la que el caos de este país contagió a otros países después de 2011. Esto ha culminado en una situación que no se ha podido resolver al día de hoy. La forma en la que se expande este desorden siempre me ha parecido muy interesante.
Empiezo mencionando que Libia tiene fronteras con Chad, Egipto, Túnez, Argelia, y Níger. Estas tienen una longitud total de cuatro mil trescientos ochenta y cuatro kilómetros en su totalidad. Mil ciento quince de estos son de la frontera con Egipto (incluyendo el Desierto Occidental); novecientos ochenta y dos kilómetros con Argelia; y cuatrocientos cincuenta y cuatro con Túnez .
El Estado Islámico reconocía la importancia de este país, llegando incluso a publicar estudios en los que describía geográficamente el país. Lo consideraban un país trampolín que les permitía llegar a África y al Magreb. Además, les facilitaba el reclutar migrantes del África Subsahariana. Todo esto llevó a que la comunidad internacional se alarmara ante el éxito con el que se estableció en Libia, temiendo que se replicara en el Magreb.
Varios grupos terroristas se establecieron en el país, atacando de ahí a los vecinos como Egipto, Argelia, Túnez y Níger. También utilizaron Libia para recolectar fondos, entrenar, y descansar. El comandante de al-Qaeda en el Magreb Islámico, Mokhtar Belmokhtar, fue el primero en reconocer las ventajas que la “revolución” les ofrecía.
Era el país favorito de los grupos yihadistas para entrenar y luchar en otros países, convirtiéndola en su base alternativa. Su intención no era controlar territorio, sino explotar el caos del sur del país para entrenar y la logística. El grupo Ansar al-Sharia mantenía relaciones con diversas organizaciones en el Magreb y Siria. Varios yihadistas que entrenaba, aspiraban a luchar ahí y atacar intereses occidentales.
Mokhtar Belmokhtar. Comandante de al-Qaeda en el Magreb Islámico y luego de otros grupos yihadistas. Fuente: Vice News
Antonio Guterres, Secretario General de la ONU, consideraba como un “cáncer” la situación en Libia. Su impacto a profundidad se veía en el Sahel y el Lago Chad. Ha añadido que “no se estaba ganando” la lucha contra las organizaciones terroristas en la región. La amenaza del terrorismo hoy acecha a países como Costa de Marfil y Ghana. Esto es una problemática para ellos, y afirman no estar preparados para ella.
Otras problemáticas eran el tráfico de armas y migrantes. Tras la caída de Gadafi se exacerbó el nexo entre el terrorismo y el crimen organizado. El comercio tradicional tribal de armas, drogas y migrantes creció entre 43 y 80 millones de dólares. Además, el comercio transnacional de migrantes se intensificó con el “comercio de migrantes costero”. Este generaba entre 255 y 323 millones de dólares anuales, solamente en Libia. Sin embargo, entre 2013 y 2018, Argelia, Mali, Mauritania y Túnez, consideraron que las amenazas más peligrosas eran el yihadismo y el tráfico de armas.
Al caer Gadafi, más de veinte mil sistemas de defensa anti aérea desaparecieron. Estos fueron a parar a Egipto, Chad y Níger, o incluso lugares lejanos como Gaza, Mali y Siria.
¿Por qué se expandió el caos?
Primeramente hay que mencionar que se saquearon los arsenales del viejo régimen cuando este cayó. Esto mediante una ruta de embarque de tráfico de armas, establecida desde el Norte de África hasta la Costa Norte de Egipto. El saqueo fue facilitado por la ausencia de control estatal y la incapacidad del gobierno de ejercer el monopolio del uso de la fuerza.
Se consideraba que la anarquía en Libia conllevaba tres problemas. El primero era el flujo de armas que abastecía a todos los grupos armados de la región. El segundo era el tráfico de armas y migrantes. El tercer problema era la adopción de Libia por parte de los terroristas islámicos como base trasera.
Armas de Libia en Egipto. Fuente: RT Noticias
La debilidad fronteriza ayudó a convertir a Libia en ese nido de yihadistas. La utilizaron como plataforma de expansión. Debo mencionar el apoyo mutuo entre las distintas organizaciones radicales tanto en Libia como en países vecinos como Túnez o Egipto. Estas conexiones convirtieron al país en un paraíso para ellos.
Para 2013 varios iban a entrenar a Libia y de ahí luchar en Siria o en casa. Las fronteras se convirtieron en un lugar de libre comercio para los traficantes de migrantes, armas y yihadistas. Esto se dio principalmente en el sur, por la carencia de preparación para enfrentar esa problemática. Esta unión dio como resultado espectaculares ataques como resultado. El mejor ejemplo es el atentado al consulado de Benghazi en 2012.
EL ataque de Benghazi fue resultado del trabajo conjunto de las diversas organizaciones yihadistas. Fuente: DW news
Esta estrategia implementada por grupos en ambos lados de la frontera llevó a una escalada de ataques contra retenes militares. Esto tanto en Egipto como en Libia. En el caso de Túnez, esto se reflejó en los miles de ciudadanos que cruzaron la frontera para entrenar. De ahí, atacarían en casa o lucharían en Siria.
A esto se le añade la falta de oportunidades económicas, así como el colapso de las antiguas estructuras de seguridad. Estas se vinieron abajo tras la Primavera Árabe, sobretodo en Libia y Túnez. Esto permitió a los extremistas reclutar de una amplia gama, ya que no podían ser monitoreados. Los servicios de inteligencia ni siquiera podían recolectar información acerca de ellos.
Hubo fronteras que siempre pudieron cruzarse con facilidad, como la de Libia y Chad. Esto incrementó a raíz de 2011. Varios de los que combatieron en Libia bajo el régimen de Gadafi eran chadianos. Luego regresaron a su país de origen para pelear contra su gobierno. Además está la presencia de los tubu, un pueblo originario del Sahara, que también está en Níger y Sudán.
Muchos jóvenes de esta tribu se vieron atraídos por el contrabando y la lucha contra los tuareg y otras tribus árabes. El gobierno post 2011 fue incapaz de imponer el orden y de controlar las fronteras. Por eso, los traficantes lograron llevar el armamento hasta Costa de Marfil. Incluso se llevaron armamento pesado, como los MANPAD.
También se tiene que la anarquía, la incapacidad de imponer el orden, la mala relación de los distintos grupos con los civiles, y el desmantelamiento de las autoridades locales, entre otras, permitió la consolidación de los grupos yihadistas. Los factores mencionados anteriormente propiciaron que los civiles aceptaran a estos grupos. Tenían dinero, mediaban en procesos de reconciliación, e imponían el orden.
De igual manera tengo que mencionar que las redes ya existían antes de que cayera Gadafi. Este evento solamente les permitió operar con mayor libertad. Esto también explica por qué los libios eran uno de los contingentes más numerosos de combatientes extranjeros en Siria.
Hay que tomar en cuenta los factores internos de los países vecinos de Libia. Por ejemplo, Níger es uno de los países más pobres del mundo. Esto se reflejó en la ausencia de capacidades para controlar fronteras y contrarrestar las amenazas de su país vecino. Luego, Níger tomó una decisión que fue una espada de doble filo. Pidió ayuda en materia de contraterrorismo a países como Estados Unidos o Francia. La presencia de estos países en Níger lo convirtió en un blanco demasiado atractivo para los yihadistas. Estos se fijaban particularmente en las instalaciones militares extranjeras.
Los gobiernos del Sahel históricamente han sido débiles, y carecen de autoridad incluso en su propio país. Esta región siempre ha sido muy permeable. Por ende, es atractiva para el tráfico de armas y personas. Por eso las armas libias llegaron con gran facilidad a países como Mali.
Las rutas de contrabando son viejas rutas comerciales. Los arsenales de Gadafi atravesaron estas para abastecer a los grupos armados en Mali. La inestabilidad permitió a criminales y terroristas infiltrarse en estas rutas de Argelia, Chad, Mali y Mauritania.
Mapa de las rutas de contrabando en el Sahara. Libia también entra en la ruta. Fuente: Africa Center for Strategic Studies
Hay que tomar en cuenta los lazos del régimen de Gadafi con los tuareg de Mali y Níger. A su vez, estas tribus tenían lazos con al-Qaeda del Magreb Islámico. El mandatario cayó, y las tribus que habían luchado bajo su mando lo hicieron en otros países. El mejor ejemplo es la revuelta de Mali de 2012. Muchos de sus líderes pelearon en Libia. La presencia de mercenarios de países africanos fue factor de contagio. El caos los golpeó de regreso.
Los terroristas aprovecharon el contexto, y sus vínculos simbióticos y económicos con los grupos tribales. Esto fue principalmente mediante el matrimonio. Esto les abrió la puerta para involucrarse en asuntos como el tráfico de cocaína y tabaco. También aprovechan para secuestrar. La expansión del caos a los países vecinos y no vecinos es una muestra de lo interconectado que está el Sahara. La desestabilización de Libia conlleva la de los estados regionales. Esto ha fortalecido a grupos anti gubernamentales en la región.
¿Qué países fueron afectados y cómo?
La expansión de los grupos terroristas desde Libia representó un reto de seguridad transfronteriza para los vecinos de la región. Esto principalmente mediante el adiestramiento y reclutamiento de yihadistas. Ellos entrenaban en Libia y atacaban en casa. Algunos ejemplos son Argelia, Egipto y Túnez. Esto se agrava con la presencia de extranjeros en la rama libia del Estado Islámico, y su posible regreso a casa. Entre ellos hay gente de todas partes de África, que enfrentan un problema muy preocupante.
Argelia, uno de los vecinos más grandes de Libia, fue afectada. El golpe más duro fue el 24 de enero de 2013. Ese día, veinticuatro hombres armados atacaron la planta gasera de In Amenas, a ciento ochenta kilómetros de la frontera con Libia. Al menos la mitad de los atacantes entrenaron en los campos de Ansar al-Sharia en Benghazi. Se reporta que Mokhtar Belmokhtar ordenó el ataque desde la ciudad libia de Ubari. Esto, en la región de Fezán, al sur de Libia y cercana a la frontera.
Un ex ministro de exteriores argelino describió a Libia como un estado fallido, debido al tráfico de armas. Esto convertía a Libia en un asunto de seguridad interna para Argelia.
Planta de gas de In Amenas. Fuente: BBC News
A Abdelaziz Boutlefika, ex presidente de este país, le preocupaban dos asuntos respecto a Libia. El primero era la expansión de al-Qaeda y otros grupos yihadistas. El segundo eran los tuareg en territorio libio, y temía que en su país se repitiera el escenario de Mali. Las tribus tuareg controlaban el sur de Libia, y así también las rutas de contrabando y comerciales hacia Argelia.
En 2017 se reportó la huida de combatientes del ISIS de la zona de Uwaynat para establecerse en el sur de Argelia, cerca de la frontera. Los campos en Sabratha, que adiestraban tunecinos, también eran de gran preocupación para el gigante africano.
Luego tenemos a Túnez, que también fue muy afectado por el caos. Entre los grupos yihadistas que se reagruparon en Libia había también grupos tunecinos. Planeaban ataques dentro de Libia, y los ejecutaban en Túnez. Los yihadistas iban y venían entre ambos países. Abu Iyad, el líder de Ansar al-Sharia en Túnez, es el mejor ejemplo. Con frecuencia visitaba Derna, al este de Libia.
Aproximadamente mil tunecinos cruzaron la frontera para entrenar en Libia. De ahí, lucharían en Libia o Siria, o regresarían a casa a atacar. Los primeros reportes acerca de ellos surgieron en la primavera de 2012. Ansar al-Sharia estableció campos de logística y facilitación. Dos terroristas que pretendían inmolarse en una playa de Soussa en 2013 (no confundir con el ataque de 2015), así como en el mausoleo de Bourguiba, Monastir, entrenaron en esos campos.
Campos de entrenamiento de Ansar al-Sharia. En varios de estos campos entrenaban tunecinos, ya fuera para atacar en casa, luchar en Siria o en Libia. Fuente: Long War Journal
La porosidad fronteriza fue otra bendición para estos grupos respecto al armamento. Financiaban sus actividades y las de los traficantes con el contrabando de combustible. El enfoque agresivo adoptado por las autoridades tunecinas llevó a la propagación de armas para que tanto traficantes como yihadistas se defendieran.
El ascenso del Estado Islámico complicó las cosas para Túnez aún más. El grupo construyó un campo de entrenamiento en Sabratha, exclusivo para atacar en Túnez. Esto fue posible gracias a que los tunecinos eran el contingente extranjero más numeroso en Libia. Los peores ataques tuvieron lugar durante esa época, y planeados en Libia. El primer ejemplo fue el atentado contra el museo del Bardo en marzo de 2015. Los terroristas Yassine Labidi, Saber Khachanaoui, y un tercero no identificado, asesinaron a veintidós personas.
También tenemos el ataque contra el resort de playa en Soussa. Ahí Seifidinne Rezgui mató a treinta y ocho personas, treinta de ellas británicas. Tanto Labidi, como Khachanaoui y Rezgui estaban vinculados entre ellos. Los tres entrenaron en Sabratha, según confesiones de cómplices.
El auge de la amenaza para Túnez llegó el día 7 de marzo de 2016, cuando el ISIS pretendió conquistar Ben Guedarne. El plan era tomarla, y de ahí expandirse por el resto de Túnez hasta hacer colapsar a Argelia. Para esto, cien yihadistas tunecinos buscaron apoyarse en células dentro de la ciudad. Pensaron que contarían con el apoyo local, como en Mosul. Obtuvieron todo lo contrario, con los civiles apoyando a las fuerzas de seguridad. Estas enviaron refuerzos cuando los terroristas tomaron los cuarteles de la policía y la Guardia Nacional.
Imágenes de la batalla de Ben Guedarne. El ataque se planeó en Libia. Fuente: Wikimedia Commons
Murieron treinta y siete radicales, once miembros de las fueras de seguridad, y siete civiles. La mayoría de los que participaron en el asalto eran tunecinos, tanto locales como veteranos de Libia. El ataque también se planeó en Sabratha. Otros campos de entrenamiento para atacar en Túnez se construyeron en Cirenaica.
Otros problemas que enfrentó Túnez fueron la enorme cantidad de refugiados y la interrupción del comercio fronterizo. El comercio es la principal actividad económica en la frontera sur, que ha sido históricamente relegada. El cierre fronterizo y los constantes despliegues de seguridad imposibilitaron el comercio. Esto conllevó más pérdidas económicas y descontento. Así se provocaron más protestas, y más personas simpatizaron con al-Qaeda y el Estado Islámico. Ambos grupos aprovecharon esto para reclutar.
Egipto tampoco se salvó de ser golpeado por la inestabilidad. La caída de Gadafi desató un libre flujo de armas, drogas y terroristas hacia Egipto. Un reporte lanzado por la ONU en 2013 mencionaba que la entrada de equipo militar a través de la frontera era una amenaza a la seguridad interna egipcia. Las tribus en esta zona estaban involucradas en el tráfico de armas y drogas.
Junto al tráfico de armas, el yihadismo también preocupaba mucho a Egipto. El gobierno de Abdel Fattah al-Sissi identificó la frontera como una zona vulnerable, que había agravado el terrorismo en Egipto, y fortalecido dicha amenaza en el Sinaí. Egipto temía la consolidación de los grupos yihadistas en Libia.
Un oficial de inteligencia egipcio le comentó a Reuters en 2014 acerca de una relación entre las agrupaciones en Libia, Egipto, y el DAESH en Iraq y Siria. El grupo yihadista del Sinaí Ansar Beit al-Maqdis, que luego sería la rama ahí del Estado Islámico, usó a Libia como plataforma de entrenamiento para atacar en Egipto.
Libia sirvió de refugio para varios comandantes yihadistas. Un ejemplo de ellos era Hisham Ali Hemshawi, antiguo comandante de Ansar Beit al-Maqdis. Huyó a Derna, donde estableció la Brigada al-Morabitoun, leal a al-Qaeda. El grupo se enfocaba en ataques en el Valle del Nilo y el Desierto Occidental. La logística y las órdenes de atacar provenían de Libia. Sin embargo, la situación de seguridad le permitió establecer campos de entrenamiento en Egipto.
Además, Ansar Beit al-Maqdis estableció lazos con el grupo llamado Red Mohammed Jamal. El objetivo era lanzar ataques por la retaguardia contra las fuerzas de seguridad egipcias, que estaban muy enfocadas en el Sinaí. Y todo esto era en medio de una gran inestabilidad por la que pasaba Egipto.
El auge terrorista en 2014 llevó a Egipto a voltear a ver a su vecino, buscando estabilidad. Su principal enfoque fue la seguridad fronteriza, buscando evitar el tráfico de armas y los movimientos yihadistas en la zona. El detonante de esto fue la Masacre de Farafra el 19 de julio de 2014. Varios guardias fronterizos fueron asesinados en el Desierto Occidental. El ataque tomó lugar en la carretera Bahariya-Farafra, una muy importante que es un cuello de botella estratégico para evitar el contrabando desde Libia. Una ruta demasiado estrecha. El caos golpeó de nuevo a Egipto el 27 de mayo de 2017. Veintinueve cristianos coptos fueron asesinados cerca de Minya cuando viajaban a un monasterio cerca de El Cairo. El gobierno egipcio acusó a un grupo terrorista de Derna del ataque, y bombardeó sus posiciones.
Autobús que llevaba a coptos atacado por terroristas en mayo de 2017. Las autoridades egipcias afirman que los atacantes entrenaron en Libia. Fuente: The Sun
La prioridad de Egipto fue crear una zona amortiguadora en la región de Cirenaica conforme incrementaba la inseguridad en Libia. Esto con el fin de protegerse de los grupos yihadistas que pudiesen amenazar su estabilidad. Debido a los ataques terroristas sufridos, Egipto temía que se consolidara un estado islámico radical en la zona, y fuese su vecino. Por eso apoyó al militar Khalifa Haftar, ya que le veía como la única persona capaz de contener el tráfico de armas y el avance islamista.
La crisis migratoria libia también afectó a Egipto. Además, Libia siempre formó parte de una ruta hacia Europa. Conforme el país se desestabilizaba, incrementaban los secuestros de migrantes. Esto les obligó a buscar rutas alternativas, y Egipto fue una de esas. El Cairo tocó el tema en las negociaciones de paz.
Pese a que su frontera con Libia no es muy extensa, Sudán también se vio perjudicado. Cuando cayó Gadafi, los rebeldes de Darfur transportaban armamento desde Libia hacia allá. La prolongación del conflicto en Sudán llevó a varios sudaneses a ofrecerse como mercenarios. Varios de ellos incrementaron los recursos humanos en el creciente petrolero. Además, la amenaza del Estado Islámico también estaba presente en el país, que tiene historial yihadista. Los sudaneses tenían un alto nivel de representación en la rama libia del grupo. Muchos de sus miembros ya tenían experiencia en otros grupos.
El Sahel fue la región más golpeada por el caos de Libia, y Mali fue el epicentro de esto. A dicho país, junto a Níger y Chad, le llegó el flujo de armamento de los arsenales de Gadafi, abasteciendo a los insurgentes. Las áreas tribales fueron clave para desestabilizar la región y agudizar la crisis del Sahel. Las milicias aprovecharon la anarquía en la Libia post Gadafi en todos los sentidos, con campos de entrenamiento, y redes de tráfico de personas y bienes. Ya desde 2011, conforme Gadafi iba perdiendo la guerra, los combatientes tuareg usaron vehículos para transportar las enormes cantidades de armas y dinero, y usarlos en su propia lucha. Pese a las concesiones hechas por el dictador, los tuareg desertaron, cruzaron Chad, Níger, y llegaron hasta Mali.
El flujo de armas y mercenarios entre 2011 y 2012 permitió que una coalición de guerrilleros separatistas tuareg y yihadistas conquistó una parte de Mali equivalente al territorio de Texas.
Yihadistas en Timbuctú, Mali, en 2012. La conquista de la ciudad fue posible gracias a las armas saqueadas de los arsenales de Gadafi. Fuente: San Diego Tribune
La red clandestina de al-Qaeda en Libia dio apoyo crítico a su rama en el Magreb en cuanto a armamento y pasaje seguro para yihadistas, ambos esenciales para la lucha en Mali. El siguiente paso que tomaron los radicales islámicos fue expulsar a los separatistas tuareg de las ciudades que controlaban. Esto lo lograron en junio de 2012. Así fue como dos tercios de Mali estuvieron bajo control yihadista. Se convirtió en un lugar donde los terroristas podían entrenar, recorrer, y planear atentados. Un oficial de seguridad del Sahel culpaba del caos a la situación en Libia. Esto particularmente en el sur, donde abundaba el contrabando que beneficiaba a al-Qaeda y otros grupos radicales.
La única forma en la que se hizo replegar a los yihadistas fue con la Operación Serval, lanzada por Francia. Así el gobierno maliense logró recuperar el control territorial. Entonces, los terroristas se replegaron al sur de Libia para reorganizarse. Desde ahí, en especial el sur de Fezzán, atacarían nuevamente el norte de Mali y planearían atentados. La conexión entre los grupos terroristas de ambos países se remonta a 2012, cuando Ansar al-Sharia envió asistentes al país africano para apoyar a al-Qaeda y grupos auxiliares, como Ansar al-Din.
Tropas francesas en Mali al inicio de la Operación Serval, en enero de 2013. Fuente: The Daily Beast
Níger también fue golpeado por el desastre libio. Los tuareg y los extremistas lo utilizaron como ruta de tránsito. Combatientes del grupo Boko Haram iban y venían de Libia hacia Nigeria, por lo que Níger vio cada vez más cercana la amenaza del grupo. Pagaba a su vez las consecuencias del conflicto en el vecino Mali. Se utilizó la frontera para traficar drogas y personas.
Las instalaciones de uranio en su territorio atrajeron gran peligro para Níger. El 23 de mayo de 2013 tuvo lugar un atentado simultáneo con camiones bomba contra minas de uranio francesa. Mokhtar Belmokhtar lo planeó desde el sur de Libia. Se atacó también una base militar a 150 kilómetros de Agadez. El Consejo de Seguridad de la ONU afirmó que varios de los responsables de los atentados entrenaron con Ansar al-Sharia en Libia.
Al sur, también colinda con Chad. Este país no se salpicó por la violencia en su vecino. Más que nada, fue utilizado como ruta de tránsito. En 2017, un grupo chadiano asentado en Libia se infiltró en el norte del país rumbo a Darfur. Mataron a varias de las fuerzas de seguridad, regresando a Libia con el armamento capturado.
En resumen, la forma en la que el caos de Libia afectó a sus vecinos fue a través del terrorismo, los mercenarios, el tráfico de armas, los migrantes, y el terrorismo. Se puede ver que no hubo país, por más fuerte y estable que se viera, que fuera perdonado por la inestabilidad libia.
Conclusiones
Pudimos ver que el colapso de Libia afectó a sus vecinos principalmente, por el colapso de las fronteras, la ausencia de un gobierno fuerte, las rutas de contrabando, la debilidad de los gobiernos regionales, y el saqueo de las armas del viejo régimen. Podemos apreciar también que ningún país fue perdonado.
Hoy el Sahel está sumergido en una crisis de seguridad. El yihadismo llegó a países con otrora un Islam moderado, como Mali o Burkina Faso. Considero personalmente que si a esto se le hubiera puesto atención desde un inicio, no se habría expandido el caos. Lamentablemente, esto hizo metástasis como un cáncer. Esto significa que ya no basta con solucionar la crisis de Libia, controlar el tráfico de armas, o fortalecer las fronteras, para apaciguar las cosas en el Sahel. Esto ya se transformó en dos problemas aparte, que requerirán distintos enfoques.
El contagio de la inestabilidad a los países vecinos es un factor por el cual se internacionalizó la segunda guerra de Libia. Se hablará de esto en la siguiente publicación. Mencionaremos qué países están involucrados en Libia, a qué bandos han apoyado en la guerra, y los intereses que tienen.
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