La Internacionalización de la Guerra Civil en Libia
Más internacionalizada y con menos atención que la guerra en Siria
La guerra civil en Libia estalló en mayo de 2014, cuando el militar Khalifa Haftar lanzó la Operación Dignidad. El fin de esta operación era atacar a los grupos islamistas en el país. Como resultado, Libia llegó a estar repartida entre dos distintos bandos.
En el artículo anterior vimos cómo fue que la estabilidad de Libia afectó a la región. Por ello, hubo varios países que estaban interesados en aplacar el conflicto, siempre y cuando fuera el bando que apoyaran el que prevaleciera. Ahora, veremos qué estados estaban involucrados en el conflicto, a quienes apoyaban, y sus intereses detrás de esto.
Como habíamos visto en la entrega anterior, a los estados implicados les preocupaba el terrorismo, la proliferación y el contrabando de armas, el tráfico de personas y objetos ilícitos, y la ausencia de control de fronteras. A Europa le preocupaba que el terrorismo de Libia también pudiera derramarse sobre su territorio.
Bandos de la guerra, apoyos externos e intereses
Los bandos distintas narrativas. La primera fue que el parlamento de Tobruk, bajo el mando de Khalifa Haftar, lanzó la Operación Dignidad en 2014 en contra de los grupos islamistas. La otra narrativa era la de los partidarios del Parlamento de Trípoli, aliados con los islamistas. Estos afirman que esta guerra es la continuación de la lucha contra el régimen de Gadafi. Se ven enfrentando una contrarrevolución de parte de los elementos del antiguo régimen.
Hay que empezar que el Gobierno de Acuerdo Nacional es el reconocido ante la ONU. La Unión Europea lo reconoció, a la vez que buscaba una resolución democrática al conflicto. Le interesa un gobierno estable en Libia que pueda detener el flujo migratorio.
Los Emiratos Árabes Unidos, Egipto, y Arabia Saudita, apoyaron al militar Khalifa Haftar, y esto incrementó cuando lanzó su ataque sobre Trípoli. Su interés detrás de esto era mantener las estructuras autocráticas en la región. Estos tres países están en contra del pluralismo. El día antes de lanzar su ofensiva en Trípoli, Haftar recibió supuestamente un apoyo de billones de dólares del rey Salmán y Mohammed Bin Salmán. Esto, a pesar de un embargo de la ONU.
El gobierno egipcio de Abdel Fattah al-Sissi veía en los rivales de Haftar una amenaza islamista respaldada por Turquía. Era algo que no quería tener en su frontera. Él veía la cooperación entre Turquía, el Gobierno de Acuerdo Nacional y Qatar, como un esfuerzo para promover el Islam político en el patio trasero de El Cairo.
Al-Sissi y Haftar. Fuente: The Daily Sabah
Su anti islamismo hizo que Haftar se ganara el corazón de los Emiratos Árabes Unidos, Francia, el Sudán post Bashir, Rusia y Arabia Saudita. Particularmente, El Cario, Moscú, París y Abu Dhabi, tienen una política exterior anti islamista. Por ello, el secularismo de Haftar y su hostilidad hacia los Hermanos Musulmanes lo convirtieron en un aliado natural para ellos.
Además, Francia veía en el conflicto libio una conexión con la inestabilidad del Sahel, afectando sus intereses. La insurgencia yihadista en la región amenaza a los gobiernos frágiles de Mali, Chad y Níger, países que aprticipan en la Operación Barkhane. Francia también se vio guiada por los intereses de la compañía petrolera francesa, Total.
Parte de las razones por las cuales los Emiratos Árabes Unidos apoyaron a Haftar, fueron sus vínculos con facciones Zintani, que databan de 2011. Estas facciones ahora estaban aliadas con Haftar en contra de los islamistas de Misrata.
Con el choque entre dos formas de autoritarismo en los países de mayoría sunita en el Medio Oriente, el apoyo de Erdogan al Gobierno de Acuerdo Nacional enviaría un mensaje político a los gobiernos de Maarruecos, Túnez, Argelia, Somalia, Sudán, entre otros. Esto no es tolerable para el príncipe de la corona de Abu Dhabi, Mohammed bin Zayed, porque amenaza su forma de gobierno favorita.
El aura ideológica de Erdogan podría proveer una base para que Turquía construya una esfera de influencia geopolítica a lo largo de los años. Los Emiratos están dispuestos a apostar todo para evitarlo.
Abu Dhabi y El Cairo apoyaron al Ejército Nacional Libio a través de sistemas de defensa anti aéreos rusos Pantsir S-1, drones chinos Wing Loong II, y financiamiento. Rusia dio apoyo indirecto a través del Grupo Wagner, un grupo de mercenarios al servicio de Moscú, aunque no directamente.
Por su parte, París, a pesar de apoyar internacionalmente al Gobierno de Acuerdo Nacional, así como los procesos de paz, a partir de 2015 empezó a fortalecer a Haftar. Esto con el fin de traer orden a Libia. Gente dentro del gobierno francés veían en el militar a la única persona que podía controlar a las insurgencias islamistas y la migración masiva. Consideraban que era el único que podía aplacar a los terroristas en Libia.
Se cree que los Emiratos Árabes Unidos se atrevieron incluso a escalar la situación, lanzando ataques aéreos nocturnos sobre Trípoli. Los ataques habrían sido ejecutados desde territorio egipcio.
Parte del apoyo de Egipto hacia Haftar venía también porque sentía que no podía arriesgarse a una intervención militar total. Por ende, el militar era el único que podía mantener a raya a los yihadistas que amenazaban con desestabilizar Egipto. También hay ciertos elementos ideológicos detrás de este apoyo, como el anti islamismo.
Haftar se veía reflejado en al-Sissi. Hay elementos tácticos también. Haftar y la Casa de Representantes estaban ubicados en Tobruk, en Cirenaica. Es la zona más cercana a Egipto y la más valiosa debido a los recursos petroleros y los beneficios económicos.
El Cairo veía elementos de cooperación con Haftar para eliminar la “intervención extranjera en Libia”. Compartía con Argel y Túnez la preocupación del terrorismo.
El apoyo hacia el bando de Haftar le permitió avanzar hacia la parte occidental de Libia, e iniciar operaciones en la parte sur. Ahí hay instalaciones muy importantes de gas. Por ende, se podría especular que los patrocinadores del mariscal también estaban interesados en ese recurso. El Cairo intentó hacer que se levantara el embargo de armas impuesto por la ONU para poder apoyar a Haftar.
Egipto le envió carros armados y refacciones aéreas a Haftar. Jordania y Sudán (post Bashir) también enviaron tropas para apoyar a Haftar.
Por su parte, el Gobierno de Acuerdo Nacional tuvo el apoyo de la Turquía de Erdogan. Entre ambos han firmado acuerdos de cooperación militar, energética, económica, y de seguridad. También han delimitado fronteras marítimas. Ankara es el principal patrocinador y aliado de este gobierno. Turquía envió a sus fuerzas armadas para fortalecer al gobierno de Serraj en Trípoli.
Otro interés que tiene Erdogan en Libia es que este país es un componente muy crítico de su estrategia regional. Ser vecino del Egipto de al-Sissi convirtió al Gobierno de Acuerdo Nacional en un aliado primordial para Turquía. El mandatario egipcio ha sido un acérrimo rival para Erdogan, por lo que el gobierno de al-Serraj lo mantendría en jaque. Su rivalidad con los Emiratos Árabes Unidos también le impulsa a apoyar a este bando, que es hostil a sus intereses.
El apoyo turco al gobierno islamista de Libia también viene motivado por su interés de complicar el East Mediterranean Gas Forum, compuesto por Egipto, Chipre, Israel y Grecia. El EAMGF va contra los intereses energéticos de Turquía.
Además, Israel, Chipre y Grecia firmaron un acuerdo para construir un gasoducto de 6 billones de dólares. Esto afecta los propios intereses turcos para convertirse en potencia energética en el Mediterráneo. Por eso le interesaba usar Libia como pivote para consolidar su posición como un corredor de poder, asegurando su posición en el Mediterráneo Oriental. El Gobierno de Acuerdo Nacional es el único gobierno amigable a Turquía en la region desde una perspectiva marítima.
Por eso insistió en octubre de 2018 en firmar un trato de zona exclusiva económica en el Mediterráneo, creando un corredor marítimo entre el este de Turquía y el oeste de Libia. Desesperado por armas, el Gobierno de Acuerdo Nacional firmó. Fue entonces que llovieron las armas de Ankara hacia Misrata y Trípoli.
Zona Económica Exclusiva Turquía-Libia. Fuente: European Centre for Counterterrorism and Intelligence Studies
También hay intereses económicos. Veinticinco por ciento de los turcos expatriados en el mundo árabe están en Libia viviendo y trabajando. Los contratos turcos en Libia excedían los dieciocho billones de dólares para 2020. Esto representaba un gran volumen de negocios de construcción, infraestructura y servicios. Si Haftar hubiera derrocado al GAN, Turquía habría perdido todo esto. También habría sido desechada como socio comercial.
La presencia de reservas de gas costa afuera es otro interés turco para apoyar a este bando en Libia. Ankara pretende explotar estas reservas, en medio de las disputas con Grecia. Ya ha firmado un acuerdo económico bilateral con el Gobierno de Acuerdo Nacional, que estipula el acceso a perforaciones mar adentro. Turquía le da apoyo militar a cambio. Lo que impulsa a Erdogan a darle esto es su deseo de asegurar sus suministros energéticos y de tener acceso a los campos gaseros del Mediterráneo.
También hay un elemento ideológico en el apoyo de Erdogan a ese bando. El mandatario se ha erigido como el defensor del Islam político. Turquía quiere incrementar su influencia política en lo que fue el antiguo Imperio Otomano, del cual Libia fue parte.
El apoyo turco al Gobierno de Acuerdo Nacional ha venido en drones turcos Bayraktar TB2, sistemas anti aéreos Hisar, vehículos armados, mercenarios, y bombardeos navales.
Qatar también apoyó al Gobierno de Acuerdo Nacional. Es el otro principal proponente de este bando, después de Turquía. Esto se debe a la presencia de elementos de los Hermanos Musulmanes en este gobierno. También tiene rivalidades con los Emiratos Árabes Unidos, que pretendería resolver apoyando a su bando en el conflicto en Libia.
Otro gobierno que apoyó al Gobierno de Acuerdo Nacional y los islamistas fue el Sudán de Omar al-Bashir, que enviaba armas a los islamistas. Sin embargo, les vendió armas soviéticas a ambos bandos. Los fondos venían tanto del eje Rusia-Egipto-Emiratos y del Turquía-Qatar.
Hubo división en la OTAN respecto a Libia. Francia y Libia apoyaban al gobierno de Haftar. Por su parte, Estados Unidos, el Reino Unido e Italia, apoyaron al Gobierno de Acuerdo Nacional, encabezado por Fayez al-Serraj. Dentro de Estados Unidos también había ambigüedad respecto al apoyo. Si bien se supone que Washington D.C. apoyaba a dicho bando, el presidente Donald Trump llamó en abril de 2019 a Haftar para alabarlo por su lucha antiterrorista y la protección de los recursos libios. Sin embargo, cambió de opinión cuando permitió que Rusia estableciera un baluarte en Libia.
Macron con Los funcionarios del gobierno libio. Fuente: Al Mayadeen Español
Italia apoyaba al Gobierno de Acuerdo Nacional, pese a dar señales de neutralidad. Sus intereses son detener el flujo de migrantes a sus costas, los intereses de la compañía petrolera ENI en Libia, y mantener funcionando el oleoducto Greenstream. Este último conecta a ambos países. Roma apoyó a Serraj cuando este decidió establecerse en Trípoli.
A pesar de ser un poco más neutral, Argelia tenía una mayor inclinación por el Gobierno de Acuerdo Nacional. Le preocupaba la expansión del yihadismo, al igual que Túnez. Al igual que este último y a diferencia de Egipto, Argelia reconoce el islamismo moderado.
Además de la preocupación por la estabilidad, el terrorismo y la migración, ambos bandos buscaban los contratos petroleros y de la reconstrucción. El ganador se los llevaría todos.
Roles Internacionales en los Procesos de Paz
Hubo varios intentos de parte de algunos miembros de la comunidad internacional para resolver el conflicto de Libia. Esto llegó a su apogeo en Shikrat, Marruecos, en 2015. El acuerdo de Shikrat sentó el camino para resolver los problemas políticos y militares de Libia. De ahí salió el Gobierno del Acuerdo Nacional, liderado por Fayez al-Serraj. Este gobierno tenía la tarea de crear un nuevo gobierno de unidad y un nuevo consejo asesor de ex miembros del Gobierno de Acuerdo Nacional. Bajo este acuerdo, la Casa de Representantes sería el único órgano legislativo.
Fayez al-Sarraj. Fuente: Wikimedia Commons
La ONU ha tenido apoyo de parte de organizaciones internacionales y regionales que buscan una solución política y diplomática para la guerra en Libia. Están el Cuarteto de Libia, compuesto por la ONU, la Liga de Estados Árabes, la Unión Africana; la junta ministerial de los países vecinos; y el Comité de Alto Nivel de la Unión Africana en Libia, que reúne al nivel de jefes de estado y gobierno.
La Misión de la ONU en Libia empezó su trabajo a lo largo del periodo entre guerras, bajo el mando de Tarek Mitri. Durante la gestión de este, entre 2012 y 2014, su misión se redujo a resolver la crisis política. Sin embargo, se estancó posteriormente debido a los boicots de ambos bandos de Libia y la partición de gobiernos en 2014. Antes de la guerra, incluía de manera simultánea la reconstrucción, la situación humanitaria, los derechos humanos, la seguridad, y la misión política bajo la Resolución de la ONU 2009, implementada en septiembre de 2011.
El sucesor de Tarek Mitri, el diplomático español Bernardino de León, se enfocó en forjar un nuevo acuerdo político para un nuevo gobierno de transición que reemplazaría a los competidores de Tobruk y Trípoli. A lo largo de quince meses eligió representantes de un rango de grupos libios para que se juntaran en diálogo político. También reunió actores internacionales relevantes, incluyendo países vecinos y occidentales.
León pudo crear un marco que se convirtió en el Acuerdo Político Libio en una ronda de juntas de todos contra todos en lugares como Argel, Berlín, el Cairo, Ginebra, Londres, París, Roma, Túnez y Shikrat. El acuerdo se firmó en esta última ciudad en diciembre de 2015 poco después de la gestión de de León, cuando fue reemplazado por el alemán Martin Kobler. Rusia también dio algo de apoyo a su iniciativa. China hizo lo mismo sin reserva alguna.
El Acuerdo Político Libio dependía de asegurar el alineamiento completo de actores internacionales importantes. Egipto, los Emiratos Árabes Unidos, Arabia Saudita, y Turquía contribuyeron a poner reacios a sus clientes libios a participar en las pláticas de paz. Estaba también el Diálogo 5+5, compuesto por países occidentales y mediterráneos, con el fin de buscar una solución para el conflicto en Libia.
Durante los primeros meses de la guerra, Egipto expandió su diplomacia con Túnez, Argelia, y Marruecos. Abdel Fattah al-Sissi también tuvo en aquel tiempo una conferencia de prensa con el Primer Ministro Italiano en El Cairo. Entre ambos llamaron a que se adoptara un enfoque serio a los eventos en el terreno libio.
El Primer Ministro egipcio Ibrahim Mehleb se vio con su contraparte libia en aquellas mismas fechas. El fin de esto fue discutir qué manera era la mejor de garantizarle seguridad a la comunidad egipcia en Libia. Además, junto con Túnez y otros países de la región, se formó un comité asesor para ayudar al país en crisis a resolver sus problemas políticos y de seguridad. También visitó Argelia para discutir el tema de contraterrorismo.
A pesar de su apoyo hacia Haftar, Egipto también ha intentado hacerle a la diplomacia. En febrero de 2017 al-Sissi intentó llevar a ambos bandos a la mesa en el Cairo. A pesar de que aquella reunión no llegó a mucho, llevó que al menos Egipto levantara su voz para que se negociara una solución diplomática, y hubiera enmiendas al Acuerdo Político Libio. Esto llevaría a elecciones presidenciales y parlamentarias. También ha apoyado los esfuerzos de la ONU y de la Unión Europea en Libia.
Angela Merkel, Boris Johnson, y Abdel Fattah al-Sissi en una conferencia internacional sobre Libia. Fuente: Sada el Balad English
La diplomacia internacional ponía a Haftar como parte de la solución al estancamiento. Además, ciertos actores regionales, como Argelia, Egipto y Túnez propusieron asignar dos comisiones. Estas eran tanto de la Casa de Representantes de Haftar, como del Alto Consejo Estatal, y serían involucrados en un diálogo con perspectiva de inclusión y consenso. En 2016, Argelia, Italia y Qatar llevaron a cabo mediaciones exitosas.
En 2017 hubo diversas cumbres. Fueron las de El Cairo en febrero, Abu Dhabi en Mayo, y la Cote Saint-Cloud, en París. No hubo resultados firmes en la cumbre de Francia. Sin embargo, llevó a una declaración detallada y exponía una agenda sensible. Todo esto a pesar de que no estaba firmada. Ángela Merkel patrocinó la cumbre de Berlín el 19 de enero de 2020.
Tanto los simpatizantes de Haftar como los del Gobierno de Acuerdo Nacional han hecho llamados a ceses al fuego. Sin embargo, no han dejado de armar a sus respectivos bandos. Egipto y los Emiratos Árabes Unidos estaban convencidos de que Qatar y Turquía armaban a los islamistas y los Hermanos Musulmanes. Por su parte, Ankara y Doha acusaron a los rivales de armar a los “Gadafitas”, representados por Haftar.
El presidente de Francia, Emmanuel Macron, logró convocar a una junta en París, tras consultas diversas con actores internacionales. Esta tomó lugar el 29 de mayo de 2018, y asistieron el Primer Ministro Serráj, Haftar, el portavoz de la Casa Agilah Saleh, y el jefe del Consejo Estatal, Khaled Meshri. Macron anunció al concluir la reunión que los libios acordaron apoyar el plan de Salame. Este incluía una conferencia nacional, un voto para una constitución, y elecciones parlamentarias y presidenciales. Estas tomarían lugar el 10 de diciembre de 2018. Sin embargo, Haftar y Agilah le dijeron a sus seguidores que no llegaron a nada en París.
Algunos diplomáticos decían en lo oculto que Francia le había dado a Haftar demasiada atención, y este a su vez tomaba la iniciativa de Macron. Esto podría interpretarse como un signo de que en París estaban listos para unirse a Rusia, los Emiratos Árabes Unidos, y Egipto, para darle el apoyo para que tomara el poder por la fuerza si hubiese sido necesario.
Aquí se puede ver que la ONU no desatendió del todo a Libia, y que países europeos han estado intentando tomar el liderazgo en estas negociaciones. Destaca el rol de Francia. También se ven muy presentes algunos países árabes, como Egipto.
Conclusiones
En un plano generalizado, vimos la existencia de dos bandos principales en la guerra. Están el Gobierno de Acuerdo Nacional y la Casa de Representantes de Khalifa Haftar. Podemos ver que el apoyo que ambos bandos recibían era demasiado importante. También que potencias importantes estaban detrás de dicho respaldo para ambos.
Respecto a las negociaciones de paz, puede verse que jugaron un rol países que apoyaban a algún bando, así como países que no tenían partido alguno. Marruecos, Túnez, Alemania y Suiza son ejemplos.
Libia se mantiene en un cese al fuego desde el 23 de octubre de 2020. La firma de este se tradujo en el final del conflicto. El tiempo dirá si se podrá mantener el cese al fuego permanente.
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